El monte Pindo, también es llamado el Olimpo Celta, pues según cuentan,
en él realizaban sus cultos los celtas Tamaricos que vivían en este
paraje paradisíaco.
Con el inicio del nuevo año y el reinado del rey Roble, decidí subir
hasta donde me dejara la Madre Naturaleza.
Subí pues, mientras me regocijaba en las alturas hasta donde la
tierra se anegó y dijo claramente;
-hasta aquí hija mía!
Y fué en el
lugar llamado Chan de Lourenzo, aunque paradojicamente
fué Lorenzo, el astro rey, el que me obligó a bajar precipitadamente, , pues gritaba sus
ganas de ausentarse...y bajaba yo mientras bajaba él para ocultarse
entre los pechos de Finisterre, con una sonrisa en el alma, pero qué
sonrisa!!
Allá arriba entre gigantes dormidos y aguas cantarinas
encontré un trocito de lo Sagrado, la íntima presencia de la Serenidad y
la Armonía.
Volveré en verano para seguir donde lo dejé, si puede ser!!